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Por: José Alemán Mesa

Sí se puede tener una ciudad más limpia. La realidad de otros años no nos deja mentir. Sin embargo, hoy son muy difíciles las condiciones materiales en las que se desdobla, porque sí se desdobla, la Dirección Provincial de Servicios Comunales en Ciego de Ávila.

¿Dónde dejamos, también, las indisciplinas sociales? Y ocurren, naturalmente, por los mismos que exigen una capital provincial limpia. Mientras, sin horario fijo y frente a quien sea, se tiran jabas en las aceras, ceban microvertederos en las esquinas ¿de nadie? o guindan bolsas, tipo “faroles”, en un poste de la electricidad.

El municipio de Ciego de Ávila posee más de 300 puntos de recogida de desechos certificados y, si la población hiciera un uso correcto de ellos, con el escaso combustible disponible y la técnica que aún funciona, se pudieran limpiar cada tres o cuatro días; sin embargo, existen cerca de 30 microvertederos más, creados sin autorización por los vecinos.

Luis Alberto Pérez Olivares, director provincial de Servicios Comunales, es categórico al explicarlo: “En Comunales, hace años, cometieron el error de quitar los inspectores y hay que ver si los del Gobierno hacen algo”. Por la cara que puso y la persistencia de las infracciones, no consta ese necesario actuar severo.

—“Limitaciones muy fuertes”, señala usted.

—De los 14 tractores con carreta que posee el municipio cabecera, seis no ruedan por falta de piezas y gomas. Cesaron los principales programas de reparación de equipos y adquisición de recursos.

“Ya no compramos carretas en Holguín, como en años anteriores, que son las que, actualmente, siguen en la pelea. Ya no adquirimos los cepillos para barrer las calles en la fábrica avileña de artículos plásticos, sino en el municipio villaclareño de Camajuaní, conseguidos más caros con un cuentapropista. Ya no traemos de Guantánamo las carretillas, guatacas, serruchos, palas, rastrillos, limas… Ya no reparamos los tractores en los talleres de antes, dentro de la provincia.

“De cuatro colectores de desechos, uno está parado por motor y gomas. Poseemos un camión Ampliroll, que sale a las calles de Ciego de Ávila y, al rato, se detiene, porque no sirven sus gomas. Y ese camión es obligatorio para desocupar las 30 camas Ampliroll, distribuidas en el municipio, cuyo plazo de recogida debe ser en 48 horas y no se logra. En estos momentos, buscamos ocho gomas por cualquier lado, todavía sin resultados.

La demora en la recogida de estos depósitos conlleva a que se desborden

“Las camas y las carretas empezamos a repararlas en el central azucarero Ciro Redondo, al ver que no adquiriremos nuevas. Hay dos carretas y una cama allá, y otras esperando aquí”.

Preocupado, porque sabe que el sector es blanco de controversias, Pérez Olivares cuenta que esos tractores y camiones, “con un halón, se pasan el día trabajando”. Asimismo, destaca que a sus brigadas no hay que darles “halones” para que cumplan. Incluso, no les tiemblan las manos para arreglar algo con su dinero o sellarle ponches a una goma, porque no tienen con qué hacerlo.

—¿Y el petróleo?

—Está limitado. Las 50 camas diseminadas entre Ciego de Ávila y Morón, por ejemplo, a veces se desbordan en basura y escombros, porque los dos camiones Ampliroll demandan mucho combustible para cargarlas y llevarlas hasta los dos vertederos, que quedan a varios kilómetros del centro de ambas ciudades.

“El municipio de Ciego de Ávila arranca, desde hace poco tiempo, con 400 litros (L) para el día, aunque antes eran solo 200. El Gobierno local demuestra así su intención por apoyar estas tareas.

“Ese total se reparte entre los ocho tractores para la recogida de desechos, los tres colectores, el camión Ampliroll, los cargadores, una alzadora, el buldócer del vertedero, un tractor con una pipa de pintura… no alcanza. ¿Qué avanzamos con 10 L a cada tractor si el vertedero está a ocho kilómetros de la ciudad? Dan un solo viaje, prácticamente, cuando lo ideal serían dos”.

Ciego de Ávila demandaría alrededor de 12 000 L en un mes para “meter la ciudad en cintura”, comprobado por Luis Alberto en pasados calendarios. De 200 a 400 L, en una jornada, resulta insuficiente.

Para que tengamos una idea del complejo panorama, que lleva a extender los ciclos de recogida a casi una semana en varios lugares, el municipio cabecera genera unos 2000 metros cúbicos de basura a diario, pero la técnica y el combustible alcanzan solo a recoger 300.

—Entonces, ¿ver basura se hará costumbre?

—Retomamos el pasado 25 de junio la jornada de limpieza e higienización de la ciudad, después de tiempo sin hacerse. El segundo domingo de cada mes, en el municipio de Ciego de Ávila, cerca de 200 entidades y organismos se harán responsables de sus principales calles. Para facilitarles el trabajo, en este movimiento por un territorio más limpio, fueron ubicados en las mismas zonas donde residen sus direcciones administrativas.

“Ellos se suman al trabajo que ya se viene haciendo en las seis zonas comunales de la cabecera (sin contar las de Ceballos y Vicente), donde hay organismos que apoyan la higiene, de la mano de cuadros del Partido, el Gobierno y los factores de los consejos populares.

“Para lo que se hará, en las principales calles, no todos los responsables tienen camiones, cargadores…, sino que muchos saldrán con una escoba, guataca, un machete, una carretilla, un rastrillo. Los que sí tienen recursos son los organismos que apadrinan las zonas comunales, que irán recogiendo la basura en sus áreas.

“Pedirle a las organizaciones del barrio que contribuyan en las arterias repartidas, que son sus propias calles. Esos colectivos saldrán a barrer, pintar, chapear, guataquear, tener bonita la vía por la que transitan hacia su centro laboral”.

Pérez Olivares comunica que, en el ejercicio del 25 de junio último, se dieron 83 viajes con desechos al vertedero, con 4800 metros cúbicos de basura botados y un gasto de 1222 L de petróleo, como hacía años no se hacía. Casi 20 camiones y cinco cargadores amanecieron listos en la plaza Máximo Gómez.

—En Centro Ciudad hay dos camiones colectores, que son priorizados, con un viaje por la mañana y otro por la tarde. Aún con la restricción de combustible, aquí hay lugares a los que vamos diario.

“No se pueden poner carretones, porque llevaría situar también más camas Ampliroll. ¿A dónde irían a botar la basura? Harían otros microvertederos, porque ninguno va con su caballo ocho kilómetros a tirar los desechos en el vertedero. Pero sí lo hemos pensado”.

Luego de hablar de la buena práctica con carretones en Ceballos, Vicente, Jicotea, Morón (con 40) y el resto de los municipios avileños, el director reconoce que “si se pone muy mala la situación con el combustible, habrá que poner carretones y camas, pero trataremos de mantener los dos camiones colectores”.

Mientras las indisciplinas sociales no merezcan correctivos, que existen en el mundo entero, a pocos le importará que se derramen los bultos en las esquinas y que los tanques plásticos azules, que costaron miles de pesos, se rompan, pierdan, quemen, y los llamados “buzos” los viren al revés.

Mientras se convoque a los colectivos laborales a la limpieza de las calles y, muchos de los citados y vecinos, se queden en sus casas, el peso mayor de la higiene comunal seguirá en manos de los sacrificados trabajadores de un servicio que no puede asumirse de manera aislada.

Recordemos que cerca de 1700 metros cúbicos de desechos se dejan de botar en el municipio cabecera diariamente, que se traduce en más para mañana, más para pasado mañana... Cuando la deteriorada técnica y la escasa disponibilidad de combustible están de moda, planificar, cuidar y aportar constituyen la única vía para derrotar los malos olores y la suciedad.